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Poemas en Espanol
Pablo Neruda
Amor, cuįntos caminos hasta llegar a un beso,
qué soledad errante hasta tu compańķa!
Siguen los trenes solos rodando con la lluvia.
En Taltal no amanece aśn la primavera.
Pero tś y yo, amor mķo, estamos juntos,
juntos desde la ropa a las raķces,
juntos de otońo, de agua, de caderas,
hasta ser sólo tś, sólo yo juntos.
Pensar que costó tantas piedras que lleva el rķo,
la desembocadura del agua de Boroa,
pensar que separados por trenes y naciones
tś y yo tenķamos que simplemente amarnos,
con todos confundidos, con hombres y mujeres,
con la tierra que implanta y educa los claveles.
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Pablo Neruda
CON QUEVEDO, EN PRIMAVERA
Todo ha florecido en
estos campos, manzanos,
azules titubeantes, malezas amarillas,
y entre la hierba verde viven las amapolas.
El cielo inextinguible, el aire nuevo
de cada dķa, el tįcito fulgor,
regalo de una extensa primavera.
Sólo no hay primavera en mi recinto.
Enfermedades, besos desquiciados,
como yedras de iglesia se pegaron
a las ventanas negras de mi vida
y el sólo amor no basta, ni el salvaje
y extenso aroma de la primavera.
Y para ti qué son en este ahora
la luz desenfrenada, el desarrollo
floral de la evidencia, el canto verde
de las verdes hojas, la presencia
del cielo con su copa de frescura?
Primavera exterior, no me atormentes,
desatando en mis brazos vino y nieve,
corola y ramo roto de pesares,
dame por hoy el sueńo de las hojas
nocturnas, la noche en que se encuentran
los muertos, los metales, las raķces,
y tantas primaveras extinguidas
que despiertan en cada primavera.
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Pablo Neruda
El sueńo
Andando en las arenas
yo decidķ dejarte.
Pisaba un barro oscuro
que temblaba,
y hundiéndome y saliendo
decidķ que salieras
de mķ, que me pesabas
como piedra cortante,
y elaboré tu pérdida
paso a paso:
cortarte las raķces,
soltarte sola al viento.
Ay, en ese minuto,
corazón mķo, un sueńo
con sus alas terribles
te cubrķa.
Te sentķas tragada por el barro,
y me llamabas y yo no acudķa,
te ibas, inmóvil,
sin defenderte
hasta ahogarte en la boca de arena.
Después
mi decisión se encontró con tu sueńo,
y desde la ruptura
que nos quebraba el alma,
surgimos limpios otra vez, desnudos,
amįndonos
sin sueńo, sin arena,
completos y radiantes,
sellados por el fuego.
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Pablo Neruda
La infinita
Ves estas manos? Han medido
la tierra, han separado
los minerales y los cereales,
han hecho la paz y la guerra,
han derribado las distancias
de todos los mares y rķos,
y sin embargo
cuanto te recorren
a ti, pequeńa,
grano de trigo, alondra,
no alcanzan a abarcarte,
se cansan alcanzando
las palomas gemelas
que reposan o vuelan en tu pecho,
recorren las distancias de tus piernas,
se enrollan en la luz de tu cintura.
Para mķ eres tesoro mįs cargado
de inmensidad que el mar y su racimos
y eres blanca y azul y extensa como
la tierra en la vendimia.
En ese territorio,
de tus pies a tu frente,
andando, andando, andando,
me pasaré la vida.
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Poemas de amor
Lįgrimas blancas,
con el sabor a tu boca,
confeccionadas con placer
y hechas de ti.
Sįbanas blancas,
blancas sensaciones,
puras emociones,
tentadoras caricias.
Caricias blancas,
tus sonrisas,
tus emociones,
.. todo lo que te amo.
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Pablo Neruda
Bella
Bella,
como en la piedra fresca
del manantial, el agua
abre un ancho relįmpago de espuma,
asķ es la sonrisa en tu rostro,
bella.
Bella,
de finas manos y delgados pies
como un caballito de plata,
andando, flor del mundo,
asķ te veo,
bella,
Bella,
con un nido de cobre enmarańado
en tu cabeza, un nido
color de miel sombrķa
donde mi corazón arde y reposa,
bella.
Bella,
no te caben los ojos en la cara,
no te caben los ojos en la tierra.
Hay paķses, hay rios,
en tus ojos,
mi patria estį en tus ojos,
yo camino por ellos,
ellos dan luz al mundo
por donde yo camino,
bella.
Bella,
tus senos son como dos panes hechos
de tierra cereal y luna de oro,
bella.
Bella,
tu cintura
la hizo mi brazo como un rķo cuando
pasó mil ańos por tu dulce cuerpo,
bella.
Bella,
no hay nada como tus caderas,
tal vez la tierra tiene
en algśn sitio oculto
la curva y el aroma de tu cuerpo,
tal vez en algśn sitio,
bella.
Bella, mi bella,
tu voz, tu piel, tus uńas
bella, mi bella,
tu ser, tu luz, tu sombra,
bella,
todo eso es mķo, bella,
todo eso es mķo, mķa,
cuando andas o reposas,
cuando cantas o duermes,
cuando sufres o sueńas,
siempre,
cuando estįs cerca o lejos,
siempre,
era mķa, mi bella,
siempre.
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Vicente Gaos
Los dos
Cuando en la noche a tu pasión me entrego,
dimes: æquién es el cielo y quién la estrella?
Cuando tan alto amor el mundo sella,
æes ciega la pasión o yo me ciego?
Ahora tś me conduces, pero, luego,
yo seré quien te conduzca a aquella
noche estrellada, iluminada y bella,
en donde a la pasión vence el sosiego.
En donde la pasión encadenada
y la serenidad del sabio vuelo
- feliz estrella de la noche amada,
ķntima confusión, cielo del cielo-
crean esta inmortal noche estrellada
e inmóvil resplandece nuestro anhelo
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Frederico Garcia Lorca
ALBA
Mi corazón oprimido
Siente junto a la alborada
El dolor de sus amores
Y el sueńo de las distancias.
La luz de la aurora lleva
Semilleros de nostalgias
Y la tristeza sin ojos
De la médula del alma.
La gran tumba de la noche
Su negro velo levanta
Para ocultar con el dķa
La inmensa cumbre estrellada.
Qué haré yo sobre estos campos
Cogiendo nidos y ramas
Rodeado de la aurora
Y llena de noche el alma!
Qué haré si tienes tus ojos
Muertos a las luces claras
Y no ha de sentir mi carne
El calor de tus miradas!
Por qué te perdķ por siempre
En aquella tarde clara?
Hoy mi pecho estį reseco
Como una estrella apagada.
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Frederico Garcia Lorca
DESEO
Sólo tu corazón caliente,
Y nada mįs.
Mi paraķso, un campo
Sin ruiseńor
Ni liras,
Con un rķo discreto
Y una fuentecilla.
Sin la espuela del viento
Sobre la fronda,
Ni la estrella que quiere
Ser hoja.
Una enorme luz
Que fuera
Luciérnaga
De otra,
En un campo de
Miradas rotas.
Un reposo claro
Y allķ nuestros besos,
Lunares sonoros
Del eco,
Se abrirķan muy lejos.
Y tu corazón caliente,
Nada mįs.
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Frederico Garcia Lorca
ES VERDAD
Ay qué trabajo me cuesta
quererte como te quiero!
Por tu amor me duele el aire,
el corazón
y el sombrero.
Quién me comprarķa a mķ
este cintillo que tengo
y esta tristeza de hilo
blanco, para hacer pańuelos?
Ay qué trabajo me cuesta
quererte como te quiero!
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